viernes, 30 de noviembre de 2012

07. “Bienaventurados Los Pacificadores, Porque Ellos Serán Llamados Hijos De Dios” II. LAS BIENAVENTURANZAS/DMJ (EL SERMÓN DEL MONTE) EGW


Texto Base: San Mateo 5: 9
Cristo es el "Príncipe de paz", y su misión es devolver al cielo y a la tierra la paz destruida por el pecado.
 "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo'.* 

Quien consienta en renunciar al pecado y abra el corazón al amor de Cristo participará de esta paz celestial. No hay otro fundamento para la paz. La gracia de Cristo, aceptada en el corazón, vence la enemistad, apacigua la lucha y llena el alma de amor. El que está en armonía con Dios y con su prójimo no sabrá lo que es la desdicha. No habrá envidia en su corazón ni su imaginación albergará el mal; allí no podrá existir el odio. El corazón que está de acuerdo con Dios participa de la paz del cielo y esparcirá a su alrededor una influencia bendita. El espíritu de paz se asentará como rocío sobre los corazones cansados y turbados por la lucha del mundo. Los seguidores de Cristo son enviados al mundo con el mensaje de paz.

 Quienquiera que revele el amor de Cristo por la influencia inconsciente y silenciosa de una vida santa; quienquiera que incite a los demás, por palabra o por hechos, a renunciar al pecado y entregarse a Dios, es un pacificador. 

"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios". El espíritu de paz es prueba de su relación con el cielo. El dulce sabor de Cristo los envuelve. La fragancia de la vida y la belleza del carácter revelan al mundo que son hijos de Dios. Sus semejantes reconocen que han estado con Jesús. "Todo aquel que ama, es nacido de Dios". "Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él", pero "todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios".* 
"El remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío de Jehová, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan a varón, ni aguardan a hijos de hombres".* 

Textos:  
1) Isaías 9: 6; Romanos 5: 1.
2) 1 San Juan 4: 7; Romanos 8: 9, 14
3) Miqueas 5: 7.
(El Discurso Maestro De Jesucristo De Elena G. De White)

06. "Bienaventurados Los De Limpio Corazón, Porque Ellos Verán A Dios" II. LAS BIENAVENTURANZAS/DMJ (EL SERMÓN DEL MONTE) EGW


Texto Base: San Mateo 5: 8
Los judíos eran tan exigentes en lo relativo a la pureza ceremonial que sus reglas resultaban insoportables. Los preocupaban tanto las reglas, las restricciones y el temor de la contaminación externa que no percibían la mancha que el egoísmo y la malicia dejan en el alma. 

Jesús no menciona esta pureza ceremonial entre las condiciones para entrar en su reino; da énfasis a la pureza de corazón. La sabiduría que viene "de lo alto es primeramente pura".* En la ciudad de Dios no entrará nada que mancille. Todos los que morarán en ella habrán llegado aquí a ser puros de corazón. En el que vaya aprendiendo de Jesús se manifestará creciente repugnancia por los hábitos descuidados, el lenguaje vulgar y los pensamientos impuros. Cuando Cristo viva en el corazón, habrá limpieza y cultura en el pensamiento y en los modales. 

Pero las palabras de Cristo: "Bienaventurados los de limpio corazón", tienen un significado mucho más profundo. No se refieren únicamente a los que son puros según el concepto del mundo, es decir, están exentos de sensualidad y concupiscencia, sino a los que son fieles en los pensamientos y motivos del alma, libres del orgullo y del amor propio; humildes, generosos y como niños. Solamente se puede apreciar aquello con que se tiene afinidad. No podemos conocer a Dios a menos que aceptemos en nuestra propia vida el principio del amor desinteresado, que es el principio fundamental de su carácter.

 El corazón engañado por Satanás considera a Dios como un tirano implacable; las inclinaciones egoístas de la humanidad, y aun las de Satanás mismo, se atribuyen al Creador amante. "Pensabas -dijo él- que de cierto sería yo como  tú". Sus providencias se interpretan como expresión de una naturaleza despótico y vengativa. Así también ocurre con la Biblia, tesoro de las riquezas de su gracia. No se discierne la gloria de sus verdades, que son tan altas como el cielo y abarcan la eternidad. 

 Para la mayoría de los hombres, Cristo mismo es "como raíz de tierra seca", y lo ven "sin atractivo para une le deseemos". Cuando Jesús estaba entre los hombres, como revelación de Dios en la humanidad, los escribas y fariseos le preguntaron: "¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio?"* Aun sus mismos discípulos estaban tan cegados por el egoísmo de sus corazones que tardaron en comprender que había venido a mostrarles el amor del Padre. Por eso Jesús vivió en la soledad en medio de los hombres. Sólo en el cielo se lo comprendía plenamente. 

Cuando Cristo venga en su gloria, los pecadores no podrán mirarlo. La luz de su presencia, que es vida para quienes lo aman, es muerte para los impíos. La esperanza de su venida es para ellos "una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego".* Cuando aparezca, rogarán que se los esconda de la vista de Aquel que murió para redimirlos. Sin embargo, para los corazones que han sido purificados por el Espíritu Santo al morar éste en ellos, todo queda cambiado. Ellos pueden conocer a Dios. Moisés estaba oculto en la hendedura de la roca cuando se le reveló la gloria del Señor; del mismo modo, tan sólo cuando estamos escondidos en Cristo vemos el amor de Dios. "El que ama la limpieza de corazón, por la gracia de sus labios tendrá la amistad del rey".* 

Por la fe lo contemplamos aquí y ahora. En las experiencias diarias percibimos su bondad y compasión al manifestarse su providencia. Lo reconocernos en el carácter de su Hijo. El Espíritu Santo abre a la mente y al corazón la verdad acerca de Dios y de Aquel a quien envió. Los de puro corazón ven a Dios en un aspecto nuevo y atractivo, como su Redentor; mientras disciernen la pureza y hermosura de su carácter, anhelan reflejar su imagen. Para ellos es un Padre que anhela abrazar a un hijo arrepentido; y sus corazones rebosan de alegría indecible y de gloria plena. Los de corazón puro perciben al Creador en las obras de su mano poderosa, en las obras de belleza que componen el universo. En su Palabra escrita ven con mayor claridad aún la revelación de su misericordia, su bondad y su gracia. 

Las verdades escondidas a los sabios y los prudentes se revelan a los niños. La hermosura y el encanto de la verdad que no disciernen los sabios del mundo se presentan constantemente a quienes, movidos por un espíritu sencillo como el de un niño, desean conocer y cumplir la voluntad de Dios. Discernimos la verdad cuando llegamos a participar de la naturaleza divina. Los de limpio corazón viven como en la presencia de Dios durante los días que él les concede aquí en la tierra y lo verán cara a cara en el estado futuro e inmortal, así como Adán cuando andaba y hablaba con él en el Edén. "Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara'.* 

Textos:
1) Santiago 3: 17.
2) Salmos 50: 21; Isaías 53: 2; San Juan 8: 48.
3) Hebreos 10: 27.
4) Proverbios 22: 11.
5)  1Corintios 13: 12.
(El Discurso Maestro De Jesucristo De Elena G. De White)

jueves, 29 de noviembre de 2012

05. “Bienaventurados Los Misericordiosos, Porque Ellos Alcanzarán Misericordia” II. LAS BIENAVENTURANZAS/DMJ (EL SERMÓN DEL MONTE) EGW


Texto Base: San Mateo 5: 7
El corazón del hombre es por naturaleza frío, sombrío y sin amor. Siempre que alguien manifieste un espíritu de misericordia o de perdón, no se debe a un impulso propio, sino al influjo del Espíritu divino que lo conmueve.

 "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero".* 
Dios mismo es la fuente de toda misericordia. Se llama "misericordioso, y piadoso". No nos trata según lo merecemos. No nos pregunta si somos dignos de su amor; simplemente derrama sobre nosotros las riquezas de su amor para hacernos dignos. No es vengativo. No quiere castigar, sino redimir. Aun la severidad que se ve en sus providencias se manifiesta para salvar a los descarriados. Ansía intensamente aliviar los pesares del hombre y ungir sus heridas con su bálsamo. Es verdad que "de ningún modo tendrá por inocente al malvado",* pero quiere quitarle su culpabilidad. 

Los misericordiosos son "participantes de la naturaleza divina", y en ellos se expresa el amor compasivo de Dios. Todos aquellos cuyos corazones estén en armonía con el corazón de Amor infinito procurarán salvar y no condenar. Cristo en el alma es una fuente que jamás se agota. Donde mora él, sobreabundan las obras de bien. Al oír la súplica de los errantes, los tentados, de las míseras víctimas de la necesidad y el pecado, el cristiano no  pregunta: ¿Son dignos?, sino: ¿Cómo puedo ayudarlos? Aun en la persona de los más cuitados y degradados ve almas por cuya salvación murió Cristo, y por quienes confió a sus hijos el ministerio de la reconciliación. 

Los misericordiosos son aquellos que manifiestan compasión para con los pobres, los dolientes y los oprimidos. 

Dijo Job: "Yo libraba al pobre que clamaba, y al huérfano que carecía de ayudador. La bendición del que se iba a perder venía sobre mí; y al corazón de la viuda yo daba alegría. Me vestía de justicia, y ella me cubría; como manto y diadema era mi rectitud. Yo era ojos al ciego, y pies al cojo. A los menesterosos era padre, y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia".* 

Para muchos, la vida es una lucha dolorosa; se 
sienten deficientes, desgraciados y descreídos: piensan que no tienen nada que agradecer. Las palabras de bondad, las miradas de simpatía, las expresiones de gratitud, serían para muchos que luchan solos como un vaso de agua fría para un alma sedienta. 

 Una palabra de simpatía, un acto de bondad, alzaría la carga que doblega los hombros cansados. Cada palabra y obra de bondad abnegada es una expresión del amor que Cristo sintió por la humanidad perdida. Los misericordiosos "alcanzarán misericordia". "El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado".  

Hay dulce paz para el espíritu compasivo, una bendita satisfacción en la vida de servicio desinteresado por el bienestar ajeno. El Espíritu Santo que mora en el alma y se manifiesta en la vida ablandará los corazones endurecidos y despertará en ellos simpatía y ternura. Lo que sembremos, eso segaremos. 

"Bienaventurado el que piensa en el pobre... Jehová lo guardará, y le dará vida; será bienaventurado en la tierra, y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos. Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor; mullirás toda su cama en su enfermedad".* 

El que ha entregado su vida a Dios para socorrer a los hijos de él se une a Aquel que dispone de todos los recursos del universo. Su vida queda ligada a la vida de Dios por la áurea cadena de promesas inmutables. El Señor no lo abandonará en la hora de aflicción o de necesidad. "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús".* 
Y en la hora de necesidad final, los compasivos se refugiarán en la misericordia del clemente Salvador y serán recibidos en las moradas eternas. 

Textos:
1) 1 San Juan 4: 19.
2) Exodo 34: 6, 7.
3) Job 29: 12 - 16.
4) Proverbios 11: 25;  41: 1 - 3.
5) Filipenses 4: 19.

(El Discurso Maestro De Jesucristo De Elena G. De White)