06. "EL PAN
NUESTRO DE CADA DÍA, DÁNOSLO HOY" MT. 6:11; LUC. 11:3.
La
primera mitad de la oración que Jesús nos
enseñó Tiene que ver con el nombre, El reino y la voluntad de Dios: que sea
honrado su nombre, establecido su reino y hecha su voluntad.
Y así, cuando
hayamos hecho del servicio de Dios nuestro primer interés, podremos pedir que
nuestras propias necesidades sean suplidas y tener la confianza de que lo
serán.
Si Hemos Renunciado al yo Y Nos Hemos Entregado a Cristo,
Somos Miembros de la familia de Dios,
Y Todo Cuanto Hay en la casa del Padre es nuestro.
Se Nos Ofrecen todos los tesoros de Dios,
Tanto En El Mundo Actual Como En El Venidero.
El Ministerio de los ángeles,
El Don del Espíritu,
Las Labores de los siervos,
Todas Estas Cosas Son Para Nosotros.
Si somos "de
Cristo", "todo" es nuestro. 1 Corintios 3:23, 21.
Por ahora somos como hijos que aún no disfrutan de su 95 herencia.
Dios no nos confía nuestro precioso legado, no sea que Satanás nos engañe con sus artificios astutos, como engañó a la primera pareja en el Edén.
Cristo lo guarda seguro para nosotros fuera del alcance del despojador.
Como hijos, recibiremos día tras día lo que necesitamos para el presente.
Diariamente debemos pedir: "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy".
Su promesa es segura: "Vivirás en la tierra, y en verdad serás alimentado".
Dice David: "Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan".
El Mismo Dios que envió los cuervos para dar pan a Elías, cerca del arroyo de Querit,
no
descuidará a ninguno de sus hijos fieles y abnegados.
Del que anda en la justicia se ha escrito: "Se le dará su pan, y sus aguas serán seguras".
"No serán avergonzados en el mal tiempo, y en los días de hambre serán saciados".
"El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas?"
El que
alivió los cuidados y ansiedades de su
madre viuda y lo ayudó a sostener la familia en Nazaret, simpatiza con
toda madre en la lucha para proveer alimento a sus hijos.
Quien se
compadeció de las multitudes porque “estaban desamparadas
y dispersas", *Salmo 37:3 (VV, 1909). 25; Isaías 33:16; Salmo
37:19; Romanos 8:32; Mateo 9:36, sigue teniendo compasión de
los pobres que sufren.
Pedimos para los demás tanto como para nosotros mismos.
Reconocemos que lo que Dios nos da no es para nosotros solos.
Dios nos lo confía para que alimentemos a los hambrientos.
De su bondad ha
hecho provisión para el pobre. Dice: "Cuando
hagas comida o cena,
*"Y Poderoso
es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia,
a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis
para toda buena obra". "El que siembra escasamente,
también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente
también segará". 2 Corintios 9:8,6.
Nos Dice Jesús: "Trabajad,
no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece". "Yo soy el pan vivo que
descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para
siempre". *Juan 6:27,51.

Nuestro Salvador es el pan de vida; cuando miramos su
amor y lo recibimos en el alma, comemos el pan que desciende del
cielo. Recibimos a Cristo por su Palabra, y
se nos da el Espíritu Santo para abrir la Palabra de Dios a
nuestro entendimiento y hacer penetrar sus verdades
en nuestro corazón.
Hemos de orar día tras día para que, mientras leemos su
Palabra, Dios nos envíe su Espíritu con el fin de
revelarnos la verdad que fortalecerá nuestras
almas para las necesidades del día.
Al enseñarnos a
pedir cada día lo que necesitamos, tanto
las bendiciones temporales como las espirituales, Dios desea
alcanzar un propósito para beneficio nuestro.
Quiere que
sintamos cuánto dependemos de su cuidado constante, porque
procura atraernos a una comunión íntima con él. En esta comunión con
Cristo, mediante la oración y el estudio de las verdades
grandes y preciosas de su Palabra, seremos alimentados como
almas con hambre; como almas sedientas seremos refrescados en la fuente
de la vida. DMJ 94-96/EGW/MHP
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